Tú, como un desierto por el que suelo vagar cada que mi cerebro se desintegra.
Has formado cada duna de mis granos de arena.
Hipnotizado mis dedos con dudas que enredan las esferas del cielo que imitan planetas.

Usted cada vez más lejana, inapropiada en las sinfonías del viento en el vacío.
Inadecuada en las hojas de los árboles que existieron.
Caminas por sus hojas y cantas con sus ramas embriagadas de tu oxígeno.
Hojas que duermen y no sabes que construyen bosques en sus sueños y que tus sueños usan para existir y comunicarse con otras dimensiones que pronuncian palabras de momentos distantes que añoras desde vidas olvidadas.
Suplicas que te dejen sola y te entierren en densa atmósfera.
Clavas vértices en su suelo y lloras por sus raíces.
Han tocado tus labios de aire sólo una vez.
Han volado sobre tus pechos sólo un instante.
Mismo que tus pulmones exhalaron en un segundo.

Esas gotas en forma de lágrimas afiladas que irrumpieron en mis rodillas y subieron por mis muslos,
esas lágrimas en forma de muslos que descendieron a mis labios y retorcieron mi garganta,
se convierte en ácido que besa mi corazón
y mi corazón se transforma en polvo...

partículas que soplaste en un diente de león...